jueves, 16 de diciembre de 2010

NOCTURNO MENOR de Germán Pardo García

NOCTURNO MENOR

He olvidado. Es verdad. He olvidado con extraño olvido.
Hay hombres que olvidan como lo hacen todos los seres,
y apenas si vuelven los rostros para ver lo que amaron o aman.
En ellos está escrita la palabra nunca,
o siempre,
y ¡adios! les gritan desde acantilados tempestuosos.
Atrás sufren habitaciones con esfigies que luego se borran.
En las paredes ocultos rastros y en las páginas de los libros
flores que viven existencia de disecada sangre,
con olor a disueltos jardines y a cutáneos aromas.
Yo nada tengo que olvidar. En mi casa no hay ausentes
que habiten
el cuerpo de las horas.
No hay señales de seres amados y las páginas
de mis libros antiguos carecen de fechas como algunos
sepulcros.
Detrás de mí no quedan bosques más hermosos cuando el otoño
con las últimas lluvias del verano los lava.
Cuando yo muera no habrá recuerdos míos custodiándome
ni devolverán las aguas tanta cosa mía hundida.
Aun así olvido. Lo siento mientras escribo este nocturno
como un ciego que pinta con carbón su nombre en las murallas.
Olvido. Es verdad. Olvido extrañamente
y cuando salgo en busca de cuerpos y de formas
para recordarlos,
revivirles
y amarles,
camino entre la sombra y las piedras se vuelven
como algodón negro que se hunde debajo de mis plantas.

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